Sin categoría

Tsingy de Bemaraha

Los Tsingys de Bemaraha son una reserva natural declarada como Patrimonio de la Humanidad en 1990. Consiste en una formación geológica única y muy, muy sorprendente. La roca caliza, por la acción del agua ha experimentado una erosión en forma de cuchillar con paredes profundas y líneas muy afiladas, de hecho, en malgache tsingy significa “donde no se puede andar descalzo”.

Llegar aquí es una aventura de dos días, se tarda una vida en llegar porque no hay carreteras como tal, son caminos de puro polvo, agujeros y piedras, todo un reto para los conductores de 4×4 (imposible llegar con otro tipo de vehículo).

La aventura comienza en Morondava. Ahí empezamos el viaje atravesando la avenida de los babobas, un sitio espectacular donde ver decenas de baobabs juntos de enorme tamaño. Paramos poco porque el camino es largo y muy roto, pararemos más a la vuelta.

En Morondava se compran las entradas para los Tsingy, nos costaron 55.000Ar a cada uno (13,43€).

Tardamos unas cuatro horas en llegar a Belo Sur, primera aldea de un tamaño un poco más grande, y primer “ferry”. Aquí paramos a comer en un restaurante muy modesto pero a tope de gente y he de decir, que en ese sitio me he comido ¡uno de los mejores pollos a la parrilla de mi vida! Se nota cuando un pollo no está hormonado…

Preparados para embarcar
Equipo al completo
Vehículos de esta zona

En Belo Sur tuvimos que esperar a más 4×4 porque suele haber asaltos a mano armada en el trayecto y hay que ir en comboy con la escolta de unos militares (nos quedamos flipados). Esperamos como media hora, pero fue genial porque nos dio la oportunidad de hablar con los niños de la la aldea e intercambiar palabras en malgache y español. Los niños son tan inocentes, tan niños, que es toda una experiencia poder relacionarte un poco con ellos.

Mercado
Niños por todos lados

Después de la espera y de la organización del comboy nos pusimos en marcha hacia Bekopaka, que es el pueblo más cercano a los Tsingy. Esto nos costó otras cuatro horas de trayecto, bueno, un poco más porque se nos pinchó una rueda del 4×4 y fue muy comprometido porque quedarse parado en esta zona es peligroso. Todos los conductores se pusieron manos a la obra y fueron súper eficaces, cambiaron la rueda en un periquete.

Pinchazo

Nos tocó un último cruce de río en otro “ferry”, este más corto. Llegamos casi al anochecer a nuestro alojamiento. Se llama Tanankoay y se trata de un sitio increíble, súper integrado con las construcciones de la zona y en la naturaleza. Es más sencillo, pero muy económico y muy confortable. Además, la cocina es francesa y además de ser deliciosísimo las cantidades son muy generosas. Es muy recomendable.

Tanankoay Lodge

Al día siguiente nos levantamos a las 6 de la mañana porque el día era largo, nos tocaba la vista de los Tsingy. Salimos a las 6.30h y de nuevo camino de polvo con agujeros enormes y gente por todos lados. Lo primero que hicimos fue llegar a la orilla del río Manambolo y pagar las tasas (ahora las desgloso) y coger un par de canoas tradicionales para visitar una cueva y disfrutar de un agradable y fresquito paseo por el río. Esto lo pagamos a parte de la visita de los Tsingy pero fueron solo 20.000Ar cada uno (4,88€).

Las tasas para ver los Tsingy son unos 28€ por persona, las tasas del guía las repartimos entre los cuatro que éramos.

  • Entrada 55.000Ar (13,43€)
  • Guía para todo el recorrido (canoa y Tsingy) 135.000 (33€)
  • Canoas 20.000Ar (5,4€)
  • Tasas 5.000Ar (1,22€)

Después del paseo en canoa (que fue muy agradable) proseguimos el camino hacia la entrada de los Tsingy. Hicimos un recorrido de 4h y la verdad es que nos dejó impresionados. Son realmente bonitos y el recorrido es muy divertido porque tienes que usar equipo de ferrata, asegurarte a los cables, procurar no caerte porque cortan que no veas… es espectacular, merece la pena.

Al finalizar el recorrido el guía nos propuso ampliar un poco más el recorrido y meternos por el laberinto y así hacer la vuelta menos expuesta al sol (hace muuuucho calor muy temprano y el sol pica). Le dijimos que sí, nos cobró 40.000 Ar a los cuatro extra, pero estuvo bien la ampliación. Nos gustó tanto el recorrido que no nos apetecía irnos.

La vuelta se hace tediosa porque una vez más hay que esperar a los demás para salir en comboy, pero mientras esperas, puedes interactuar con la gente que hay por ahí y observar cómo se relacionan, cómo te miran y cómo te sonríen.

Niños a la salida del tsingy

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

dieciseis + 12 =