Y por fin llegamos a la última etapa del viaje. Nos encontramos una Vancouver súper cosmopolita con una tasa de emigrantes asiáticos muy elevada. Vancouver está llena de edificios gigantes y barrios residenciales donde merece la pena perderse.
Lo primero que hacemos es recorrernos la ciudad al borde del mar con unas bicicletas de alquiler (el mejor medio de transporte para el centro). La ciudad es muy moderna pero sin ser agobiante. Abundan los museos y el arte callejero.
![IMG_7144](https://i0.wp.com/localhost/PasaportePangea/wp-content/uploads/2017/03/img_7144.jpg?resize=518%2C272)
![IMG_7093](https://i0.wp.com/localhost/PasaportePangea/wp-content/uploads/2017/03/img_7093.jpg?resize=488%2C651)
Esta ciudad nos encanta para vivir. No es para nada estresante y, además, está rodeada de las mejores montañas de Canadá y de las estaciones de esquí. Nuestro hotel está en el barrio de Shaughnessy. Se llama Balfour Inn y es una antigua casona de estilo colonial. Es más bonita por fuera que por dentro.
![IMG_7136](https://i0.wp.com/localhost/PasaportePangea/wp-content/uploads/2017/03/img_7136.jpg?resize=364%2C364)
Por casualidad, paseando por las calles de la ciudad, nos topamos con un restaurante japonés que recomendamos 100% ya que volvimos la noche siguiente para cenar. Se llama Gyu-Kaku Japanese BBQ.
![IMG_7098](https://i0.wp.com/localhost/PasaportePangea/wp-content/uploads/2017/03/img_7098.jpg?resize=584%2C438)