La llegada Kathmandu desde Chitwan fue un poco caótica ya que el bus turístico se rompió a los 10 minutos de salir de Chitwan. Estuvimos parando cada 5 minutos hasta que dieron con la tecla.
La llegada a Kathmandu fue un bálsamo para nuestros sucios y magullados cuerpos. Al fin nos esperaba el ‘lujo’ de nuestro hostel.
Visitamos la pagoda de Swayambhunath (el templo de los monos). Es curioso ver cómo hindúes y budistas conviven en perfecta armonía compartiendo lugares de rezo. Cuánto aprenderían muchos otros…
La entrada son 300rs por persona.
Otra de las visitas ‘obligadas’ a Kathmandu es la plaza Durbar. Un caos de plaza llena de pagodas y donde reside la famosa niña Kumari. Entrar cuesta 650rs por persona.
La mejor visita con diferencia creo que es Bhaktapur. Es un pequeño pueblo medieval que mantiene intacto la belleza de como fue construido en el siglo XIV. La gente del pueblo sigue viviendo en los mismos edificios y mantienen su rutina diaria.
La curiosidad por ver el ritual de las cremaciones nos llevó a Pashupatinath. Es un complejo sagrado a las afueras de Kathmandu y tiene 2 zonas de cremación bien diferenciadas: la zona de la derecha es la reservada para grandes personajes y la de la izquierda para la gente común.
Vimos un par de rituales y nos pareció de lo más interesante. Por respeto, no sacamos ninguna foto del ritual aunque los guiris que acuden (acudimos) en masa, hacen de esto un acto un tanto vergonzoso.
Uno de los templos más impactantes que he visto ha sido el de Bodhnath. Es la estupa de los tibetanos por excelencia en Kathmandu y el enclave de la estupa hace que el conjunto sea impresionante.